CON EL MISMO GUIA DESDE 1953
Por Carlos Velázquez Hernández.
Hay acontecimientos que pasan inadvertidos, otros echan raíces benéficas en la mente de las personas, que ni el martirio y la muerte pueden deshacer, como polvos al viento. Tales son los sucesos del 26 de julio de Mil 953, protagonizados por un grupo de jóvenes valientes que no dejaron morir al apóstol en el año de su centenario.
Los asaltos a los cuarteles Moncada, en Santiago de Cuba y Carlos Manuel de Céspedes en Bayazo, son recogidos en la historia de Cuba a manera de simiente de la forja de su pueblo, que muchos años antes había dicho, basta a la opresión y echado andar en busca de la entera libertad.
Desde principios del siglo 20 y hasta esa fecha, el camino era abrupto, la mayoría de los cubanos desandaba para vivir, sin la posibilidad de trabajo fijo, alimentación diaria, salud, educación, vivienda confortable y seguridad, condiciones indispensables para realizarse como seres humanos.
Para garantizar el sustento familiar, cerca de CIEN MIL agricultores soñaban con tener un pedazo de las grandes extensiones de tierra, cuyos dueños, verdaderamente ilegítimos, tenían a disposición de capitales extranjeros e intereses propios, sin ceder nada a los jornaleros obreros y campesinos. Así de inmenso era el egoísmo como mancha de este mundo.
Sueños eran también, los de millones de cubanos sumidos en la ignorancia, a quienes se les negaban elementales derechos, entre ellos el de saber leer y escribir y ser constructores de un futuro mejor.
El 26 de Julio amaneció con el mensaje que era necesario despertar y disponerse, para hacer otra carga de limpieza de la putrefacción toda , que emana siempre de los gobiernos serviles a las demandas de los poderosos, con destino a reducir los reclamos de los pobres.
Poco tiempo después, las páginas de la Historia me absolverá se abrieron para la denuncia, nunca antes se había hecho una precisión tan valiente y exacta de la triste realidad de Cuba, que punteó una nueva etapa en la trayectoria de la lucha de los revolucionarios.
Los Jóvenes del Centenario dejaron una huella auténtica en la memoria de la nación cubana, esa que hoy sigue un pueblo indetenible con Fidel al frente, el mismo guía de los sucesos históricos del 26 de julio de mil 953, el mismo que ha conducido y conduce los destinos de la nación cubana con el Partido Comunista de Cuba como bandera de la dignidad.
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