Puerto Padre, Las Tunas, Cuba, 8 sept (RL).Aún con la era de la Internet, el correo electrónico, las imágenes vía satélite y toda la parafernalia que abarrota los mercados de la tecnología contemporánea, no es posible superar la imagen que con la palabra escrita o hablada supo dominar nuestro periodista mayor: José Martí. Desde su época de estudiante vio mucho más allá de la mirada común, con un ojo escudriñador, pero también sintió como el otro, ese receptor pasivo, necesitado de emociones, presto a recibir el influjo, el complemento de su espiritualidad. Los artículos iniciales de Martí son una mirada crítica, envuelta en la discreción de la cultura, dicha con apego a la verdad y sin ambages. Se comprometió con el periodismo desde los pininos, no tuvo miedo; así como poner el pecho fue su mayor coraza, asumir la responsabilidad fue una necesidad ética. Se preparó desde siempre en tal sentido. Sacó su poeta de dentro, como el que se abre la coraza porque los latidos del corazón le inflaman el pecho. Hizo filosofía, letras, derecho y todo para aunar armas, imprescindibles y necesarias en el oficio. Pero también se fue a las aulas y sus alumnos, con los ojos deslumbrados, conocieron tanto como enseñó en los innumerables periódicos en que colaboró. No se contentó nunca con una sola respuesta, preguntó más de una vez sobre el mismo asunto en varios idiomas y sumó los pareceres para sacar conclusiones universales. Leyó de todo, se nutrió el alma y sufrió mucho, para sentirse parte del hecho. Nada le fue ajeno. Dejó reposar los ardores para que no le invadieran sus verdades y esa fue la vía plausible que le propició no dejarse dominar por la ira. Fue apasionado, pero jamás ciego. También inquieto, audaz y respetuoso. Supo ser un hombre común, tan extremadamente común que se hizo distinto e impolutamente emergió, redimiendo lo redimible. Conoció de la naturaleza porque se estudió primero a sí mismo. Supo de las plantas y de los animales. Les vio el alma para conquistar lo auténtico de las esencias. Martí es el paradigma de nuestro periodismo contemporáneo. Hemos de reverenciarlo, no citándolo de memoria con frases deslumbrantes, sino en la cotidianidad de nuestra labor, en la intensidad de la búsqueda, en la inconformidad, fracturando la epidermis para encontrar, del asunto, todas las cuerdas de las causas para conocer mejor los efectos.
Martí en el día internacional del periodista
Publicado por Lic. Carlos Velázquez Hernández en 8:20 p. m.
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