Por: Raúl Martes González.
La sociedad hondureña, trabajadora y humilde, se dispuso ir hoy a una consulta popular en busca de mejor destino, negado durante años y años por gobiernos anteriores al de Manuel Zelaya Rosales, pero una cúpula derechista lo impidió, al hundir su odio y violencia en la democracia de la nación.
Al amanecer de este domingo, en franca violación de la Carta Magna de la República, militares, con máscaras en el rostro y armados de fusiles, asaltaron la casa de familia del mandatario, y después de golpes a él y sus escoltas, la decisión de los apoderados del gobierno fue enviarlo a Costa Rica.
Desde ese país, también centroamericano, Zelaya habló al pueblo con tono de voz pausado, sobre la necesidad de salir a las calles, de manera pacífica, a defender la democracia y el honor de la nación; aconsejó a los militares a no volver las armas contra la población y que se arrepientan por el daño causado a la legalidad.
El gobernante hondureño llegó al poder mediante elecciones libres, en las que las masas populares le dieron el voto de confianza porque creyeron en su compromiso de trabajar por el bienestar, que él, en corto tiempo de ordenanza, trata de materializar honorablemente.
¿Qué desea para su bien el pueblo hondureño a esta hora de golpe de Estado, junto a crisis y miserias que comparte con otros países del continente? Sería lo más correcto que se preguntaran los golpistas y respondieran con la restitución del Presidente constitucional de la nación, quien pretende cumplir el deber de crear un estado de derechos políticos, económicos, sociales y democráticos.
A esta hora, varios gobiernos y organizaciones de la región e internacionales desconocen a los militares traidores a Zelaya, como la Asamblea General de las Naciones Unidas a través de su presidente Miguel de Escoto y mandatarios de los países que integran la Alianza del ALBA. (Alternativa Bolivariana para las Américas.)
Todo lo que se haga en el exterior, será de suma importancia para el destino de la hermana nación de Honduras, pero en el pueblo, entrelazado a otros esfuerzos, ha de echar a hervir la idea de expulsar a los usurpadores del Poder y hacer que regrese su presidente constitucional, Manuel Zelaya Rosales.
