Por: Carlos Velázquez Hdez.
Puerto Padre listo, previo al acontecimiento que transforma la cotidianidad en mar de alegría desmedida. Se revuelven las pasiones para bien, el sol deja de ser tan perturbador porque las personas se concentran en recrearse tanto con la vista como con el corazón.
En honor a la verdad, esta versión del Carnaval no tiene las dimensiones de otros tiempos, pero el espacio propuesto tendrá una utilidad muy racional.
La avenida de la Libertad será habilitada, básicamente, desde el Busto de las Madres hasta el malecón y es, sin dudas, la mayor arteria popular, no sólo porque es por donde desfilarán las carrozas, sino por la tradición que respalda al convite desde los años 50 del siglo XX.
En los alrededores del parque Independencia, se ubican diferentes propuestas que van desde la cocina tradicional, confituras, plazas bailables y espectáculos.
Aún cuando el Carnaval Infantil se produjo el pasado domingo, aún se mantienen en activo todos los andamiajes para que los pequeños se sientan a gusto en la Calle 24 de Febrero y otras perpendiculares, como la Jesús Menéndez, Conrado Benítez y Lenin.
El encanto del mar hace que las noches no sean tan solitarias para contemplar la luna, y allí se programan varias zonas de recreo en el malecón, aptas no sólo para bailar y amainar la sed con sorbos de cerveza, sino también para las parejas enamorarse.
De recorrido por los diferentes sitios habilitados vemos cómo poco a poco se va transformando la cotidianidad y la mayoría, por setenta y dos horas, dejará de ser la persona común que es y sacará de sí el cubano jaranero y dicharachero que lleva dentro.
