Como cada mañana, en mi recorrido por la ciudad villazulina para llegar al trabajo, lo veo en los últimos tiempos sentado en el portal, contemplando el ir y venir de trabajadores, jovenes y estudiantes. Este hombre hecho historia merece haber sido reconocido por el Movimiento Sindical como Héroe del trabajo de la República de Cuba.
Hoy y por respeto a su valor comparto con mis amigos el trabajo de la colega Rosa María Ramirez Reyes.
De
este hombre he oído hablar de siempre, mas, no fue hasta que le conocí
personalmente y que descubrí cuánta sencillez y modestia le
caracterizan. Más allá de condecoraciones y títulos, él siente que la
utilidad de su creación y la persistencia en el trabajo son razones que
consiguen pagar la deuda contraída con el movimiento sindical.
Julián Borja Cruz, el Héroe del trabajo de la República de Cuba recibió el homenaje del movimiento sindical en Puerto Padre y la provincia.
En su vivienda ahora hay una placa que
le distingue, la colocaron allí el primer secretario del partido Roy
Molina campos y el miembro del secretariado provincial de la CTC Ernesto Guevara López ante una multitud reunida espontáneamente.
Ingeniero químico desde fines de la década del 70 del siglo pasado y todo una sabiduría, Borja, sintió en lo más profundo el encuentro con vecinos, familiares, compañeros de trabajo en el ingenio y amigos.
Desde hace más de 60 años este hombre de caminar pausado, hablar poco y mucho hacer se dedica a las labores industriales en el central Antonio Guiteras, por eso, tras un receso obligatorio para atender la salud añora el retorno al central sitio que considera su otra casa.
Borja visiblemente emocionado por el homenaje confiesa gratitud, que a su juicio es una deuda.
Aprendió del trabajo duro muy joven. Las circunstancias de la época y azares de la vida lo llevaron a laborar como sustento de su familia. Entre jornadas agotadoras él se impuso una máxima, crecer y fue así como se fue costeando los estudios; le sorprende el triunfo de enero y se entrega entonces a la creación fértil.
Holguinero, devenido puertopadrense, reconoce en Mirian, su esposa de siempre la verdadera heroína, porque en este largo andar ella ha estado ahí velando el sueño de sus hijos, también ingenieros, contribuyendo en la educación de nietos y nietas.
Después de las formalidades y en una conversación amena, como si nos hubiéramos conocido de siempre, me confiesan que tras la seriedad y rectitud que emanan de Borja hay un criollismo peculiar, de sus manos nacen caricaturas, bromea con todos y atesora bondad infinita, por eso tantos y tan buenos amigos.
El hombre crece con el trabajo que sale de sus manos, es máxima martiana que sostiene Julián Borja Cruz, el Héroe del trabajo de la República de Cuba, un hombre que resume grandeza en su obrar.