Puerto Padre, Las Tunas, 31 de mayo (RL).- Aunque nos acusen de chovinistas, los puertopadrenses tenemos muchas razones para sentirnos orgullosos, una entre tantas es la obra de Pablo Armando Fernández al que muchas personas han visto con su carisma y su imagen de profeta revestido de sabiduría y proverbiabilidad.
Nacido en Delicias, asentamiento poblacional ubicado al Este de la ciudad de Puerto Padre, el 2 de marzo de 1930 Pablo Armando está considerado una de las más sólida voces de nuestra literatura, José Lezama Lima expresó respeto a este hijo de la ciudad de los Molinos: El agua se interrumpe con la llama y en llama reaparece lo en lo estelar, como su poesía.
Sin dudas su obra poética es amplia, cuenta el autor 18 colecciones de versos y se expresa deudor de Witman, presentado entre otros brillantes poetas por su hermano Alfredo Fernández.
1996 es un año importante en la vida del poeta por cuanto lo reconocieron con el Premio Nacional de Literatura.
De esta distinción expresó: Considerando que este Premio se inicia con Nicolás Guillén, y los demás que me antecedieron, es un alto honor sentirme acompañado por prestigiosas figuras de nuestras letras, algunas de las más altas y eminentes.
Traducida a más de 20 idiomas, su obra incluye además tres novelas, un libro de cuentos, uno de ensayos y una obra de teatro que se estrenó en Nueva York en 1958. Pablo Armando considera que su vida está regida por la poesía y ella ha determinado a plenitud su destino.
Entre las características que definen su poesía están su entonación múltiple, el lirismo, la complejidad barroca y su permanente recurrencia a lo bíblico. Su acento vallejiano filtra su realidad dividida entre inimaginables vivencias dentro y fuera de Cuba.
Pocas personas en el mundo tienen tantos amigos, él tiene una especial manera de cultivar la amistad, visita todavía amigos de la infancia vivan en Filadelfia, Nueva York o en su terruño natal.
