Renael González Batista ha tenido tres aficiones en su vida: la narrativa, las artes plásticas y la poesía; pero fue este género de la literatura el que lo sacó del anonimato, ¿por qué? "Todo comenzó en 1973 -me dice- cuando gané mi primer concurso, convocado en Santiago de Cuba en homenaje a José María Heredia. Ese premio, con el libro de décima "Sobre la tela del viento", me incentivó para dedicarme por completo a la poesía, abandonar la narrativa y dejar a las artes plásticas como oficio. "Después me publicaron los libros "Guitarra para dos islas" (l981) y "Piel de polvo" (1989). Ahora Las Tunas es una importante plaza de poetas, pero durante varios años para muchos Renael era el único decimista de la provincia porque así era reconocido en el ámbito nacional. Jesús Orta Ruiz (Indio Naborí), por ejemplo, le dedicó esta estrofa:
Cuando digo Renael, limpio corazón del día,diciendo estoy poesía, copa de luz y de miel,alba, rocío, clavel en prístino despertar,niño pobre del palmar que se mudó una mañanapara un pueblo con ventana a la música del mar.El grupo Moncada musicalizó sus poesías “Tu mirada” y “Son para cuatro muchachas”. Y Mayohuacán hizo lo mismo con “Décimas a Chile”. Otros importantes premios ha recibido este escritor, que nació hace 61 años en Calderón, y luego pasó a vivir a Los Alfonso, ambos lugares en territorio holguinero. A los 10 años se trasladó con su familia para Aguada del Negro, y siendo un joven vino a residir a la ciudad tunera de Puerto Padre, donde vive hace 35 años. "Cada uno de estos sitios campestres -explica Renael- han sido fuentes vivenciales. Calderón era de vegetación rala y tierra colorada; Los Alfonso se caracterizaba por una naturaleza exuberante. Allí descubrí el durofrío y vi la primera película. Y Aguada del Negro, tierra blanca cerca del mar, en Puerto Padre, era una comunidad de gente muy pobre. Por ello, cuando a Renael le preguntan sobre las influencias que ha tenido en la poesía argumenta: "En estos lugares sentía la necesidad de decir que un árbol era más que un árbol, que era un gigante vestido de verde o un hotel donde los pájaros se recrean. Lo hacía por intuición sin saber de metáfora