Hoy para los que admiramos la obra de Renael es también un día de fiesta, está de aniversario de nacimiento. El no es mi amigo, sin embargo es una persona excepcional, es un hombre de estatura pequeña pero muy grande en su verso. Gracias a mi colega Jorge Luis Peña por acercarme a Renael.
Todavía le debes un libro a la modestia, a esa rara de manera de mantenerte útil, de enrumbar los caminos de los otros.
Todavía la poesía aguarda allí cuando el papel en blanco te amenaza y no eres más que un guerrero del verbo y la palabra.
Todavía están los ojos expectantes, los oídos prestos a atenderte y no hay público ajeno a tanto oficio, al carisma sutil que te acompaña, al consejo oportuno, a la broma.
Como no reconocerte Maestro si las generaciones agradecen tenerte a la mano como un agua fresca que no acaba.
Entre tus páginas está el hombre que eres y acaso trasciendes ese espacio rígido para traducirte en el vívido deseo de compartir cuanto descubres.
Renael
Tu nombre es armonioso como cualquiera de tus versos, tu vida es un concierto de vivencias.
Nada cede al desorden, todo se hilvana en ti y no hay quien pueda dividirte por períodos ni los críticos, ni la familia, ni tus libros.
No hay un antes ni un después en tu silueta, hay un verso más joven cada día, una sorpresa grata que paraliza el tiempo.
Renael, ni siquiera este día te detiene.
Nada puede con el río interior que te recorre, con ese manantial que nos sustenta.
