" Por su utilidad a los demás, se mide a los hombres" José Martí

Un pueblo rebelde



Por carlos Velázquez y Raúl Martes Glez.

Hoy hace algo más de 72 horas que el Gobierno constitucional de Honduras iba a una consulta con su pueblo, sobre cómo hacer mejor para bien común; pero señores oligarcas y militares traidores interpusieron pensamiento desesperado y torpe, devenido golpe de Estado, mediante el cual pretenden detener el ejercicio democrático en la nación centroamericana.

En respuesta, un pueblo rebelde lucha incansable en calles y plazas en defensa de sus derechos, mientras este protagonismo de mujeres y hombres insurrectos fue cambiado por dibujos animados en las estaciones de televisión hondureñas, con el propósito de ocultar al mundo la verdad. Todo un cerco mediático alrededor de los acontecimientos.

Un canal se encarga de reflejar la realidad de lo que ocurre en Honduras. Es Telesur, una estación comprometida con la libertad de expresión y la opinión pública. Sus imágenes denuncian desde el amanecer del domingo, los atropellos de soldados y policías a la población.

Duele e Irrita mucho ver a esos agentes cómo dan bastonazos a diestra y siniestra contra huelguistas, hasta causarles heridas en la cabeza, fracturas en huesos; se observan en esas iconografías patadas a personas en el suelo, botas que pisan sus cabezas. Son hombres cobardes, con todos los medios de defensa personal, frente a los manifestantes desarmados.

De los explotadores viene esta forma de actuar contra quienes se revelan, el uso de la fuerza bruta, ante los intentos de cambio a favor de las masas populares, supuestamente, desaparecido en la historia reciente del continente por el auge de las ideas renovadoras, que ganan seguidores cada día.

La democracia supone el reconocimiento del principio de la subordinación de la minoría a la mayoría, la elegibilidad de los fundamentales organismos de poder del Estado y la existencia de libertades y derechos políticos. Sin embargo, asaltantes del poder en Honduras tomaron camino diferente e implantan por ahora su voluntad.

Al responder a preguntas de periodistas en Managua, Nicaragua, sobre el golpe de Estado en su país, la ministra de Relaciones Exteriores Patricia Rodas valoró: parece que no lo sepultamos bien, porque ahora los “perros” lo sacaron en contra del orden y la prosperidad de mi República.

Y Patricia dijo bien, pues traicionar la proclamación de los principios del poder del pueblo, la libertad y la igualdad de los ciudadanos, como hace hoy la reacción hondureña, nunca deja frutos del progreso que tanto necesitan los pobres, siempre en mayoría.

El golpe de Estado en Honduras por egoísmo de unos hombres, desbasta perspectivas de desarrollo de la nación, paraliza labores productivas, turísticas, comerciales, de servicios eléctricos, telefónicos, distribuciones de alimentos a la población, que inciden negativamente en el sistema económico.

No olvidemos preguntarnos, cuántas secuelas quedan ya en la mente de los hondureños con la asonada golpista, principalmente, en niños y adolescentes, mujeres embarazadas, ancianos; en seres humanos que padecen por enfermedades incurables. Nada de esto importa a la minoría burguesa, erigida gobernante por la fuerza de un pueblo insurgente que no acepta su mandato y sí el del presidente constitucional José Manuel Zelaya Rosales, quien ha ganado el respaldo de todas las naciones.
A la vista del mundo, autócratas y uniformados son tontos en el desoír condena unánime, por sus actos irresponsables de caminar contrarios a la corriente de la justicia social.

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