Por Carlos Velázquez Hernández.
El creciente grado de explotación colonialista que España ejercía sobre Cuba, la imperiosa necesidad histórica de Abolir la esclavitud y la madurez patriótica alcanzada por ciertos grupos terratenientes fueron razones suficientes para que el brillante 10 de Octubre de Mil 868 los cubanos inauguraran la vía de la lucha armada para resolver las contradicciones imperantes en la sociedad colonial en que vivían.
Carlos Manuel de Céspedes devenido jefe de la Revolución dio el grito de independencia en su ingenio La Demajagua, liberó a sus esclavos y dio a conocer el manifiesto del Diez de Octubre convertido en el programa de la Revolución del 68.
A pasos de gigantes, la revolución ampliaría su escenario en la zona oriental y en días posteriores se incorporaron a la lucha los camagüeyanos y la zona villareña, solo dejó de unirse al movimiento independentista la región occidental por ser el centro del poder español en Cuba.
El alzamiento de La Demajagua fue la luz que iluminó el camino y que después de diez años de lucha contra el dominio colonial español demostró que sería la gestora para movimientos futuros.
El Comandante en jefe en la clausura de los Cien años de lucha explicó que en Cuba había existido una sola Revolución, la iniciada por Céspedes en la Demajagua y como continuidad histórica, la organizada por José Martí en el año Mil 895 y la de la gesta liberadora que terminó con el triunfo definitivo el 1ro de enero del 59.
Este acontecer histórico ha sido el valuarte fundamental para que todo nuestro pueblo continué la obra de la revolución cubana y esté dispuesto a defender la libertad que hoy disfrutamos machete en mano si fuera necesario.
