Por : Carlos Velázquez Hernández.
Hace hoy 9 años viví uno de los momentos más alegres de mi vida, llegaba al seno de la familia un nuevo integrante, mi primer nieto, al que pusimos por nombre René Carlos, el primero por el padre y el segundo por el abuelo materno.
Largas horas de angustia vivimos ese día pues hubo que practicar una césarea que un poco complicada en sus inicios, terminó todo de maravilla y entre pañales y trapos conocimos al pequeñín.
Casi sin darnos cuenta llegamos a este noveno aniversario, se nos ha ido de entre las manos y ya con un poco más tenemos un adolescente capáz de hacer todo para lo que le he sido ejemplo. Es un niño ce carácter fuerte pero cariñoso, cursa el 4to grado de la enseñanza primaria entre altas y bajas y poco a poco adquiere los conocimientos que la maestra con mucha paciencia les enseña.
Ama la naturaleza y el cultivo de la tierra, en el pequeño patio siembra frijoles de cualquier tipo, calabazas, cuida con esmero el limonero, una mata de guayaba, una de anón y entre sus mascotas posee una paloma, un par de tortolas mexicanas y como si fuera poco una jicotea y un estanque de pecesitos.
En su tiempo libre practica deportes, es matricula del área de Voliboll a la que asiste con una disciplina estrema, capaz de dejar cualquier otro entretimiento por asistir al área.
A los 4 años llegó su hermano a colmar de felicidad mi hogar, el que cuando no están está triste y solitario, ellos con su alegría característica y la fantasía de sus años nos llenan de emosiones y porque no nos hacen volver por momentos a nuestra infancia.
Asi es René Carlos, al que educamos bajo los principios y valores que lo hagan un hombre de bien.
