Por Carlos Velázquez Hernández
El Círculo Infantil Curro Barrera, de Puerto Padre reabrió sus puertas. Ahora está como nuevo, tal vez con los matices que le dieron luz en los primeros años de la década del sesenta, cuando la muralista mexicana, Electa Arenal Huerta, dejó su impronta en una de las paredes frontales.
La instalación, con capacidad para ciento ochenta infantes, tuvo beneficios, además, en la cocina y con la creación de un gabinete metodológico, espacio profesional para la reflexión, consulta y elevación cultural de los trabajadores.
Toda la carpintería fue sustituida por persianas y puertas metálicas, mucho más funcionales y duraderas, pero además provee al centro de mayor seguridad.
Desde su fundación miles y miles de niños y niñas han estado en él, hoy, unos profesionales otros en distintos lugares del planeta pero estoy seguro añoran con volver a verlo
El techo, otrora víctima del imperdonable tiempo, donde se confabulan los ingredientes que deterioran el medio ambiente, recibió impermeabilización lo cual garantizará la eliminación total de esas goteras que tanto molestan y dañan los medios básicos.
Otro logro incuestionable fue la sustitución total de las tuberías hidráulicas, lo cual evita los derrames de agua y ello redunda en una utilidad más efectiva del imprescindible líquido.
No deben dejarse de mencionar las áreas verdes, tanto exteriores como interiores, lo cual proporciona un contrate que beneficia la visual y por lo tanto, proporciona un impacto espiritual muy favorable tanto para quienes visitan el Círculo Infantil como para los que permanecen allí.
El confort del mobiliario es otro asunto que merece destaque. El recibidor es un sitio de disfrute, como las oficinas con sus anaqueles para expedientar documentos, pero también en los salones donde los niños la mayor parte del tiempo desarrollan sus habilidades.
Aún cuando la luz del sol favorece la visibilidad en el interior, se instalaron nuevas luminarias conforme a las exigencias de los especialistas de Seguridad e Higiene del trabajo.
La cerca perimetral, que antes era de malla perle, ahora fue levantada de ladrillo, lo que garantiza mayor fortaleza y seguridad, no sólo para los niños, sino también para los cuarenta y siete trabajadoras y trabajadores empleados en la instalación.
En el patio donde existe el área de juego, ahora se está mejor, porque la reparación también llegó hasta allí.
Parece otro Círculo Infantil, pero es el mismo pues mantiene los sueños de justicia social que le dieron luz en los años fecundos del triunfo de la Revolución.
Lo que cuenta es la felicidad de esas mujeres y hombres del futuro.
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