Por carlos Velázquez Hernández.
La exposición que exhibe este mes la sala BINDO en la UNEAC de Puerto Padre responde con eficacia al propósito que evidencia el título, porque realmente hay un equilibrio justo entre las obras de un experimentado creador como David Silva Silva y las de Alexey Suárez Marrero, un joven que recién comienza en este difícil camino y lo hace ya en un intercambio sereno donde prima la sobriedad y el cuidado en la concepción de líneas y diseño.
David Silva y Alexey Suárez trabajan como especialistas de las Artes Plásticas en la Galería de Arte José Martínez Ochoa, el primero con una basta experiencia, el segundo con muchos deseos de aplicar sus conocimientos y aprender cada día más.
Las obras muestran muchos caminos y dan lugar a diversas interpretaciones conceptuales. Por eso hay un ojo que pende del infinito, que bien pudiera ser la clave de la creación o una barrera que nos limita el espacio. Los artistas intentan ampliar su ego instintivo. David y Alexey entregan a todos estas inquietudes. Son obras en monotipia y a punta seca, dos técnicas de las Artes Plásticas.
Además hay otros códigos en sus obras, asociaciones que nos abocan a los orígenes de la vida y sus enigmas. Se torna tan importante y tan frágil ese huevo sobre una silla.
Las propuestas de estos artistas quieren dialogar con el espectador-creador. Incluso el silencio que sugieren algunos trabajos es cómplice también. Obliga a reflexionar sobre la defensa de postulados referidos a la existencia que tanto peligra hoy.
El tiempo implacable se refleja en los rostros invertidos o queda atrapado en las arrugas o en la simulación de un reloj de arena. Cada uno puede acercarse a los conflictos existenciales con un lente diferente, pero los artistas tienen la palabra.
