Por : Rosa María Ramírez y Carlos Velázquez
De nuestros mares emerge el hombre de la eterna sonrisa, ese mismo que seenraizó en su pueblo por la sencillez y honestidad, también por la sabia guerrera y el valor.
Es octubre, 28; 50 años atrás. La encomienda está cumplida, regresa el soldado comandante a La Habana para otra vez ponerse a las órdenes del jefe hermano y amigo. Una tragedia sin par le hace desaparecer entre las cálidas aguas del caribe.
Desde entonces el mar le acogió para siempre y de él germina en cada instante difícil para no perder la fe y hacer grandes proezas como nos legó de sus andanzas revolucionarias en el Granma y la Sierra, también en la invasión a occidente.
En cada 28 de octubre el malecón puertopadrense se cubre de flores. Es el velo que simboliza la evocación a un héroe eterno de la Patria, que en su pueblo sigue vivo porque aprendió a quererle y tenerle entre los más grandes de la Revolución.
Repaso sus huellas, y me detengo en su mirada para distinguir un pensamiento limpio, tras sus ojos la pulcritud de su alma se deja ver, también la convicción segura de construir un camino diferente con una carga sin igual de justicia.
De sus labios emanan la sonrisa franca y el humor propio, fiel muestra del cubano común. Camilo nació para sembrarse entre lo más puro de la historia patria.
Hoy el mar florece; también ríos, arroyos, presas y lagunas, dondequiera que una sincera deje caer su cariño por el inolvidable guerrillero. Los niños, en horas tempranas van hasta allí para cantarle a Camilo que no ha muerto, sino se multiplica en el hacer diario de todos los que aman y fundan. Porque ya lo dijo Fidel, “Camilo seguirá viviendo en los hombres que se inspiren en él”
