Julio acaba de transcurrir, y con este mes el año 122 de haber surgido el primer número de la revista mensual La Edad de Oro. El periódico germina como puente para el intercambio de conocimientos entre el creador José Martí y los niños de América.
La aparición es, doblemente, trascendental. Nunca antes apareció periódico alguno dedicado a niñas y niños, ni se presentó contenido tan profundo, con el fin de estimular su desarrollo como auténticos seres humanos.
En las páginas de la Edad de Oro aparece la construcción de un mensaje que resalta el amor a la libertad, el saber sobre la fuerza, el respeto al criterio ajeno, la historia del hombre, su acercamiento al arte y la literatura.
Desde el mismo comienzo, Martí expone lo que piensa acerca de su conversación con los niños. Habla de tres héroes iniciales de la independencia de América; Simón Bolívar, el cura Hidalgo y San Martín. Imagine. En esa línea vive y madura mejor el pensamiento entre palabras del patriotismo, que es virtud mayor.
No solo existía en el joven periodista el interés de trasmitir cuanto le fuera útil al público infantil; también, le propuso escribir “sobre cosas de su edad, para que puedan escribir bien, porque para escribir bien de una cosa hay que saber de ella mucho. Así queremos que los niños de América sean: hombres que digan lo que piensan, y lo digan bien: hombres elocuentes y sinceros”.
La Edad de Oro no recorrió camino largo en el sentido del tiempo latinoamericano; solo se publicaron cuatro números; el último vio la luz en el mes de octubre del propio año de 1889, en Nueva York, Estados Unidos, donde inició su publicación.
Martí abandona su trabajo de redactor de la revista, porque el editor propietario quería que “hablase del temor de Dios…. y no la tolerancia y el espíritu divino, estuvieran en todos los artículos e historias”. Solo por contracción de pensamiento interrumpe, simplemente, el acto de escribir, por el momento, a sus niños amigos.
Nada diferente de lo útil y sublime pudo haber nacido de su alma entera, respecto a la publicación; ya había expresado a las niñas y los niños de este continente al introducir la Edad de Oro: “queremos que nos quieran, y nos vean como cosa de su corazón.
Tantos años después, 122, la revista no ha perdido su valor de fuente de conocimiento, propuesta de ideas hacia el uso de la razón y no de la fuerza bruta, y cultivo de la inteligencia.
Entonces algo queda de aquel puente tendido por José Martí, hombre previsor y de profunda creación humana; por eso, camino y luz de su pueblo, que fue para él toda la América.