En Cuba se celebra cada 2 de agosto el Día del Trabajador Gráfico, en honor a Alfredo López Arencibia, tipógrafo desaparecido en 1926 y que tuvo una preponderante influencia en la vida del movimiento obrero cubano.
Nació en la ciudad de Sagua la Grande, en la provincia de Las Villas (hoy Villa Clara) en 1894, y fue el producto de una unión “ilegítima” entre un blanco español y una mulata cubana. Alfredo sufrió mucho la discriminación y la desigualdad social por ser pobre, mestizo e hijo fraudulento. Para rendirle homenaje, los cubanos, en un día como hoy, recordamos las virtudes de este humilde, pero destacado líder sindicalista.
El movimiento gráfico en Puerto Padre, en particular, tiene sus inicios a principios del pasado siglo y para ello conversamos con el historiador, Ernesto Carralero Bosch (ECB).
(ECB) “La imprenta fue introducida en Puerto Padre en el año 1901; es decir que estamos cumpliendo 110 años. Su introductor fue Ernesto Fajardo Pupo. La primera imprenta era una pequeña máquina, pero bueno, hacía los oficios de la impresión. Esta imprenta inicial se llamó El Cucalambé y se encontraba en lo que es hoy Avenida de la Libertad, entre 24 de Febrero y Martí, en un sitio cercano a la actual Farmacia Piloto. Esta imprenta fue vendida meses más tarde a Emilio Magariño, quien luego la vendió a otra persona, que fue Fernando García Grave de Peralta (1902). Ya con el último dueño cambia de nombre y se llamó “El Renacimiento”; claro, ya tiene aspiraciones de mayor alcance. En esta imprenta se hizo la primera revista literario-informativa que se publicó en Puerto Padre, El Faro, cuyo primer número aparece en octubre de 1902”.
(ECB) “En 1946 aparece, entonces, la imprenta de los hermanos Faura, José y Gaspar Faura. Lo cierto es que para los años 50 (del pasado siglo); es decir, durante toda la primera mitad del siglo, en Puerto Padre hay cinco dueños de imprentas, empresarios. ¿Qué se publica? Periódicos, hay que recordar que Puerto Padre publica más de cuarenta periódicos y siete u ocho revistas de diversa intención (literarias, para mujeres, humorísticas, etc). Destacan La nueva era, de Antonio Cabrera, en Chaparra; y en Puerto Padre estaba la imprenta de Los Faura, la imprenta de Los Anguera, la de Franco Taurel, que era hijo de Franco Cañete, quien creó el periódico El Noticiero, en 1923. En la década del cuarenta se publica La Tribuna, y también Proa, que después pasa a ser Proa Democrática, además La Campana, se publica El Localista y La Idea, entre otros”.
Hoy esta labor es atendida por la Industria Local, y la instalación se encuentra en la intercepción de las calles Ángel Ameijeiras y Vicente García. Allí conversamos con uno de sus obreros: Manuel Guillermo Fernández Martínez (MGFM).
(MGFM) “Inicié en la imprenta municipal el 14 de diciembre del año 1973 como auxiliar de producción, a los seis meses me evalué como Impresor Tipográfico B. En ese puesto estuve hasta el mes de julio de 1977 en que fui llamado activo para las FAR (Fuerzas Armadas Revolucionarias) por tres años más, y en febrero de 1980 me reincorporé al trabajo y pasé cuatro meses como impresor y después sustituí al Jefe de Brigada. Desempeñé esa función hasta 1991. Actualmente yo hago el trabajo de fundir las letras, confeccionar el molde y picar en la guillotina el papel a los impresores para que hagan su trabajo. La imprenta me ha aportado todo porque mi juventud la dediqué a ella y todo lo que soy se lo debo a ella. Yo leía, pero la imprenta me hizo mejor lector, porque sé seleccionar a los autores y obras de la literatura contemporánea que más se destacan, aprendí a disponer de una ortografía muy buena. Cuando llego a la casa, cansado, para que mi espíritu se reviva, tomo un libro y ahí mismo desconecto, mi vida se transforma y me pongo renovado”.
Con la aparición de la computación, la gráfica va tomando dimensiones insospechadas y el espacio se reduce al tiempo que la calidad y la velocidad de las impresiones se incrementan. Quienes ven en el desarrollo tecnológico la sepultura de la gráfica es porque se aferran a la concepción tradicional de hacerla; pero en honor a la verdad los cambios van, incluso, en los soportes donde se transportan los materiales que antes necesitaron el empeño de gigantescas máquinas de metal.