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La
pulcritud de su mirada, la palabra tierna, la pregunta una y otra vez
repetida, las manecitas y su diminuta figura dan fe de su presencia,
mágica, afortunada, divina… porque así se muestran ante los ojos
adultos nuestros infantes, esas personitas sorprendentes que dan vida a
la vida.
Ellas y ellos, tienen este primero de junio, jornada de agasajo.
Ellas y ellos, tienen este primero de junio, jornada de agasajo.
Protagonizan con su gracia inigualable,
en campos y ciudades el homenaje que los adultos le han preparado,
tienen la gran fortuna de haber nacido en un país donde constituyen la
prioridad política y gubernamental. A diferencia de muchos que este día
internacional de la infancia pasa inadvertido porque sencillamente no
saben su significado y han tenido que crecer ante la cruda realidad de
la extrema pobreza.
De fiesta se viste Cuba este domingo para vivir intensamente cada minuto y regalar a sus niñas, niños toda la alegría, el amor y un feliz e inolvidable Día Internacional de la Infancia.
En diciembre de 1954, la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas acordó la celebración anual de un Día Internacional de la Infancia, del entendimiento y hermandad entre todos los niños.
Desde esta Isla un cálido mensaje enviarán infantes a todos los confines del planeta, lo harán concientes de que viven en una nación donde brilla la esperanza y pueden tejer hermosos sueños, en un país que a sus pequeños consagra, no uno, sino cada día, para que vivan a plenitud, esa que Martí llamó “la edad de oro”.
De fiesta se viste Cuba este domingo para vivir intensamente cada minuto y regalar a sus niñas, niños toda la alegría, el amor y un feliz e inolvidable Día Internacional de la Infancia.
En diciembre de 1954, la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas acordó la celebración anual de un Día Internacional de la Infancia, del entendimiento y hermandad entre todos los niños.
Desde esta Isla un cálido mensaje enviarán infantes a todos los confines del planeta, lo harán concientes de que viven en una nación donde brilla la esperanza y pueden tejer hermosos sueños, en un país que a sus pequeños consagra, no uno, sino cada día, para que vivan a plenitud, esa que Martí llamó “la edad de oro”.