Por Carlos Velázquez Hernández.
La ciudad amaneció bajo un tiroteo general, armas de todos los calibres vomitaban fuego y metralla. Alarmas, sirenas, ruido de los aviones volando a baja altura, incendios por toda la ciudad, así se comportaba aquel memorable y vigoroso amanecer del 30 de Noviembre de Mil 936.
Y sí , fue una mañana radiante: el brazalete rojo y negro con las siglas del movimiento 26 de Julio brillaba junto al resplandor del fuego de los fusiles empuñados por revolucionarios vestidos de Verde Olivo, así se había organizado el recibimiento a la heroica tripulación del Granma que zarparon a la mar el 25 atravesando los mares desde Tuxpan hasta la Patria cubana. Santiago de Cuba, Holguín, Bayamo y Guantánamo eran todo un hervidero de revolucionarios que organizados y dirigidos por Frank País García joven excepcional de veintidós años, de humilde extracción social, maestro, obrero, estudiante y apasionado revolucionario se empeñaba en cumplir el plan trazado con Fidel desde México.
Cada misión contemplada en el plan fue cumplida con esmerada atención, sólo que por dificultades imprevistas en la travesía de los expedicionarios, arribaron a las costas cubanas casi dos días después, el 2 de diciembre del l956.
Sin embargo, la heroica acción de los revolucionarios de Santiago y de toda la región Oriental, apoyados por el pueblo, dieron la clarinada del reinicio de la lucha armada que habían comenzado Fidel y sus compañeros el 26 de julio de l953
En la acción del 30 de noviembre, heroica desde todos los puntos de vista, aquellos jóvenes que con casi nada en las manos se lanzaron a combatir demostrando fidelidad inquebrantable al compromiso contraído, sin vacilaciones, con fe en el porvenir y confianza absoluta en la victoria.
Así eran los que organizaron las acciones del 30 de Noviembre, así eran los que por las aguas del golfo navegaban hacía la historia, así eran los cubanos, convencidos que las acciones del 30 definirían el futuro de la Patria.
