" Por su utilidad a los demás, se mide a los hombres" José Martí

En Canoa hasta Chaparra

Por: Jorge Luís Peña Reyes.

Todavía el cieno tiene su imagen de siglos, en custodia de un tesoro que aún no se estima.

Se trata del hallazgo de una canoa aborigen de al menos seiscientos años que extrajeron vecinos de la zona de Cascarero, previa consulta con especialistas del museo Andrés Cué, de Jesús Menéndez, en un sitio llamado Los Derramaderos, en la desembocadura del Río Chaparra.

La emoción que conduce no pocas veces a la prisa estropeó un poco la pieza que Ramón Garrido Padilla, investigador y Presidente del Grupo Atabex-Maniabón considera el hallazgo arqueológico más importante en la última década, capaz de trascender las fronteras nacionales en aras de explicar la llegada y asentamiento de los aborígenes en toda la zona antillana.

El investigador puertopadrense que formó parte de la expedición En Canoa del Amazonas al Caribe junto al Doctor Núñez Jiménez, para probar la emigración desde Venezuela y otras regiones del arco antillano, siente una vívida emoción al contemplar esta asombrosa canoa, es un experimentado especialista para avalar este tipo de suceso.

Precisa el investigador que esta canoa es el primer eslabón de la historia naval, en Las Tunas, provincia con pocas huellas en el mapa arqueológico de Cuba.

Juan Pérez de la Riva lo constata en su libro La conquista del espacio cubano y estima que la población subtaína hacia 1510 era alrededor de 5 700 habitantes desde Gibara hasta Nuevitas, la más exigua de la Isla.



Para entender la trascendencia del hallazgo es importante aclarar que ni en Punta Buchillones, al norte de Ciego de Ávila, sitio que más ha contribuido con el patrimonio arqueológico de Cuba en piezas de madera, hay referencia de una canoa con estas dimensiones, solo se registran restos de estos objetos, gracias a los cuales nuestro archipiélago fue habitado hace más de 3000 años antes de Cristo, para convertir a estos primeros pobladores en los verdaderos descubridores de la Isla.

Por tanto estamos ante uno de los hallazgos más increíbles de los últimos tiempos en Cuba.

La información que se tiene en la zona sobre estas culturas que nos precedieron, se debe en gran medida a la tenacidad de Grupos aficionados a la arqueología como el Anacaona de Chaparra y el Atabex-Maniabón de Puerto Padre, que sin apenas apoyo institucional se aventuran a desentrañar misterios, tanto dentro de las aguas como en sitios terrestres de la geografía tunera.

Ambos grupos tienen hallazgos de valía en este campo. El Anacaona extrajo parte de un esqueleto de Dugón, mamífero prehistórico que existió mientras la Isla emergía entre las aguas.

El Grupo espeleo-arqueológico Atabex-Maniabón en sus 27 años realiza una labor notable en cuanto a la protección de sitios arqueológicos.

Se han rescatado verdaderos tesoros del patrimonio precolombino, sobresalen entre ellos una estatuilla, ornitoantropomórfica de solo 9 milímetros de alto, la más pequeña de Cuba, encontrada durante una excavación en Loma del Aite y muestra rasgos que ilustran el perfecto conocimiento del diseño, la simetría y la estética de nuestros aborígenes. Otro, en contraste, es el más grande gladiolito del que tenemos noticias, hallado en Punta Malagueta, Puerto Padre, y mide 50 centímetros de largo, así como un pendiente laminar de oro nativo, singular por su rareza y asociado a ceremonias mágico-religiosas de esas culturas.

Pero nada tan asombroso como esta canoa monóxila de cedro, con diseño característico de las culturas suramericanas, que consta de 6,70 metros de largo y 74,0 centímetros de ancho, una rareza debido a la conservación, dimensiones y pese a las condiciones del clima, así como a la contaminación de las aguas marinas con excesivo cúmulo de factores químicos, acaso responsables de la preservación de la barca.

Ramón Garrido Padilla apunta que lo primero es salvar esta canoa mediante los procedimientos adecuados y extender a la población de la zona la necesidad de informar a especialistas hallazgos similares, sin que la prisa arruine lo que por miles de años ha conservado la naturaleza.

La canoa encontrada en la desembocadura del Río Chaparra es de lo más grande que se registra en Cuba en cuanto a maderas arqueológicas. Estas embarcaciones son elementos vitales para entender la colonización en la región antillana, el desarrollo a partir de sus ocupaciones y el intercambio entre los varios grupos que existieron entonces. Son elementos imprescindibles sin los cuales no hubieran logrado resistir condiciones tan adversas que luego impusieron los colonizadores españoles y que con su legado de enfermedades y subyugación, acabaron por diezmar a estas civilizaciones de las que tenemos tanto que aprender.

Tan escasa era la población de indocubanos que los españoles tenían sobre el año 1515 solo dos opciones: abandonar la Isla o laborar con sus propias manos las fértiles tierras que nunca supieron aprovechar, declara Juan Pérez de la Riva.

En cuanto a la expansión y al debate de si esta canoa venía o si era parte de los masivos planes de huida de los indocubanos, hay que entender que el Mediterráneo americano Mar Caribe y Golfo de Méjico no constituyó barrera y sí la vía más socorrida para cubrir grandes distancias entre áreas continentales e insulares.

Este hallazgo corrobora, apunta Ramón Garrido Padilla, que las fuentes fluviales y marítimas cubanas fueron surcadas por aruacos provenientes del Amazonas y de otras zonas del Caribe que se movían a gran velocidad en sucesivas oleadas, más rápido incluso que la grandes carabelas de los colonizadores, como resultado de su desarrollo en el diseño de las canoas que mostraban formas aerodinámicas y simetría bilateral perfecta, lo que contribuía a su estabilidad.

Evidencia además la riqueza florística existente, pues para la fabricación de estas barcas se precisaba de troncos con características nada comunes y casi imposible de encontrar hoy.

Esta canoa que se extrajo semanas atrás de la desembocadura del Río Chaparra es idéntica a las que hoy surcan la gran red fluvial de las cuencas del Amazonas y del Orinoco. Aun sin los estudios pertinentes de laboratorio que obviamente ocurrirán, asistimos a un acontecimiento trascendente en la arqueología cubana.

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