Por: Julián Puig Hernández.
Este catorce de junio fue memorable para los habitantes del barrio Boquerón, en Puerto Padre; y la ocasión poco a poco irá convirtiéndose en un importante espacio para la recreación en el territorio municipal.
La fiesta del mar, programa caracterizador del proyecto “El Boquerón: un espacio azul para la cultura” tuvo su tercera versión superando con creces las ocasiones anteriores, tanto en opciones de sano esparcimiento para los lugareños como en número de participantes en este convite.
La ocasión pretende rendir homenaje a los trabajadores de Marina Mercante, Puerto y Pesca, que celebran su día el catorce de junio, debido a que en esta zona villazulina vive una importante cantidad de ellos, pero se extiende a sus familiares y vecinos, de modo que así el agasajo favorece a todos.
El Grupo Gestor, integrado mayormente por líderes naturales del barrio, ha medido sus fuerzas y puesto a pruebas sus posibilidades movilizativas y de creación, con espectáculos atrayentes a partir de un mínimo de recursos, partiendo sobre todo de las propias potencialidades de los habitantes de allí.
Concursos de literatura, cocina marinera, papalotes, regatas, y pesca a cordel, fueron incluidos en el amplio programa.
Se efectuaron dos espectáculos en locaciones diferentes: uno para los niños y otro para jóvenes y adultos, ambos con elencos propios, distinto a ocasiones anteriores en que se resumía todo en una misma propuesta.
Esta vez nació, por solicitud de los vecinos, el Rincón Mexicano, en virtud de la cantidad de cultores de la música del hermano país, tanto en esta zona como en el barrio Itabo, que tiene otro proyecto sociocultural y fue invitado a la fiesta.
Se creó, además, una comparsa y una conga, con la ayuda de expertos de otros barrios (Los Cortés) que asumieron la percusión. Este particular fue de una excelente aceptación, pues arrastró a una compacta masa de personas a través de la calle Francisco Vicente Aguilera, principal arteria de la comunidad.
La Academia Wusú, en permanente cultivo de sus potencialidades, en Boquerón, hizo exhibiciones del arte marcial, y mantuvo el encanto y la habilidad que le han caracterizado.
Desde la orilla del mar podían verse los veleros de la academia provincial, que gustosos utilizaron el domingo para entrenar y, también, como exhibición, cuestión que dio un color particularmente distintivo a la cita.
Los Chef de la Asociación Culinaria, con escuela de cocina en el barrio, demostraron su capacidad creadora y pericia en la cocción de alimentos, cuestión que pudieron corroborarlo todos los presentes en la mesa marinera puesta para la ocasión.
Para algunos observadores invitados, como Rigoberto Fabelo Pérez, director General del CIERIC, que asesora el proyecto, Caridad Perelló, representante regional y Aimé Plasencia, especialista de esa organización, así como de Sara Toñi, de la representación española, Entrepueblos, fue una experiencia muy emotiva y grata.
Bajo un tórrido sol, con un día calmo, las personas fueron incorporándose de manera progresiva para disfrutar de todas las propuestas de esta hermosa fiesta.
Los responsables de organizar un reto como este, además de divertirse dentro de los presentes, tomaban nota de cuanto sucedía y han dicho que la versión del próximo año dejará, sin dudas, atónitos a quienes participen en la celebración. No es de dudar que así sea, porque los boqueronenses ponen en todo empeño, el alma y el corazón.
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