Por: Julián Puig y Carlos Velázquez.
Levantemos la copa del derecho humano mayor y brindemos por el servicio de salud, justo hoy cuando festejamos el Día de la Medicina Latinoamericana. Es el mejor homenaje que se le hace a Carlos Juan Finlay en el día de su nacimiento (Camagüey, 1833 - La Habana, 1915); el hombre que descubrió al agente trasmisor de la fiebre amarilla: el mosquito Aedes Aegypti.
Los retos signan a esta hermosa profesión, desde el mismo primero de enero de 1959 cuando nuestro país quedó privado de la mayoría de sus profesionales y los que quedaron contribuyeron a crear lo que hoy constituye uno de los mayores éxitos de este proyecto social socialista.
Cuando han sido satisfechas la mayoría de las necesidades de atención médica en Cuba, se crea la Escuela Latinoamericana de la Salud, para dotar al continente de médicas y médicos capaces de asumir la labor de llevar su misión profesional a los lugares más difíciles de la geografía mundial.
Están allí no los jóvenes nacidos en cuna de oro, sino los de condiciones humanas llenas de altruismo, desinterés, espíritu de sacrificio. Vienen de todos los pueblos hermanos para crear un mundo mejor.
Hoy pueden verse batas blancas por Los Andes, en lo más inhóspito de la topografía universal, en todos los continentes, alejados del confort, dispuestos a cumplir su cometido salvador.
Son ellos portadores de una misión vindicadora, tan revolucionaria que irradia luz demasiado fuerte para quienes ven en la atención de salud un negocio. Son olvidados en las grandes transnacionales de la noticia, donde se fabrican necesidades de pura vanidad, y odiados por los que ven menguadas sus jugosas consultas.
La salud es un derecho humano impostergable y debe verse desde la perspectiva ética que acrisola ese cometido. Soslayar lo que se hace en nuestro país en ese particular, sólo por desmeritarnos, es el peor de los absurdos, los años van diciendo la verdad.
No sólo en los huesos, sangre y piel de los olvidados del mundo está el mensaje de Cuba, sino más profundo, en el mismo corazón de la verdadera humanidad.
Levantemos la copa y brindemos por el Derecho Humano Mayor.
Levantemos la copa y brindemos por el derecho humano
Publicado por Lic. Carlos Velázquez Hernández en 10:51 a. m.
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