Las edificaciones no son simples amasijos de concreto o madera donde viven personas, operan empresas o funcionan otras instituciones. El ojo debe procesar mejor esa primera visión para, con un solo golpe de vista, adentrarse en algo que constituye a la postre todo un proceso histórico.
Esta aventura donde se apela a la imaginación (alimento primoroso del alma) ayuda aprender sobre algo que en ocasiones resulta imperdonable: la pericia de los constructores y hoy, en su día, debemos vindicar de alguna manera su eterna presencia social.
Los arquitectos, por su parte, diseñan según las condiciones del clima, materiales recomendables y bonanza económica, entre otros aspectos vitales para la conformación estructural. Los albañiles hacen las mezclas, ponen los bloques, montan los cofres de madera, cargan con sus rudas manos los materiales, acuden a los niveles y las reglas, cumplen un cronograma: en fin, hacen real el milagro.
Se ve en la fachada, la propuesta, pero dentro están los vericuetos, la utilidad de los espacios, el aprovechamiento de la luz y el aire, los colores que matizan la espiritualidad, la posibilidad real de vivir en perfecta armonía con el ecosistema.
También está la prudencia de hacer sin ofender el entorno, respetan el paisaje que se impone por derecho propio.
Todas esas exigencias tienen que cumplir los constructores, no sólo ahora, sino desde tiempos antiquísimos y gracias a sus buenos oficios, los historiadores contemporáneos pueden descubrir las culturas y circunstancias que hicieron posible la labor de hacer casas.
En diferentes latitudes se evidencian formas de pensar y concebir diversas.
Hay hombres que levantaron sus casas de madera sin poner jamás un clavo y eso requiere inteligencia, que es la materia prima mejor cotizada del mundo.
Otros impusieron su ingenio ante la naturaleza y, sin dañarla, logran la supervivencia de pueblos residentes en zonas proclives a las constantes inundaciones.
Acá, en este pequeño pero inmenso país, las mujeres y hombres de la construcción han sabido edificar aún cuando las condiciones económicas son agravadas por un cruel y despiadado bloqueo económico y comercial impuesto por la potencia más grande que ha tenido la historia universal. Eso también tendrán que valorarlo, a su debido tiempo, los estudiosos de la cultura.
Un homenaje contado por sus protagonistas
Publicado por Lic. Carlos Velázquez Hernández en 6:39 p. m.
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