Por: Rosa María Ramírez Reyes y Carlos Velázquez Hernández.
Cuando de proceder humano singular se habla es imprescindible relatar la valía de los programas de salud cubanos, y entre ellos la referencia de la atención pediátrica. En cualquier parte de la Isla la historia es común: una infancia saludable y plena es prioridad gubernamental y social.
En Puerto Padre, de enero a hoy la tasa de mortalidad en la población comprendida entre uno y 19 años está en cero, consecuencia del sostenido seguimiento sanitario en comunidades e instituciones hospitalarias, además de acciones de promoción de mejores hábitos de vida.
La dispensarización a tiempo, el chequeo frecuente y la visita sistemática de médicos y enfermeros de la familia, una experiencia de más de 20 años, en Cuba, figuran entre las acciones que posibilitan no lamentar decesos en ese grupo etario, estimado en unos 21 mil 678 puertopadrenses, según estadísticas de la Dirección Municipal de Salud.
Para la Máster Liudmila Pérez Zaldívar, jefa del Programa Materno-Infantil, en el territorio, entre las principales causas de muertes en esas edades el pasado año sobresalieron los accidentes, de ahí el llamado a la familia, principalmente, para prevenir el peligro.
En 2 mil 9, los registros locales apuntan también decesos, consecuencia de tumores malignos; hoy, los menores de 19 años con ese padecimiento, se mantienen estables, y disponen de medicamentos y atención especializada en pos de calidad de vida.
El ejemplo puertopadrense en la atención a las edades preescolar y escolar, que preservan las tasas de mortalidad en cero forman parte del aval cubano para el reconocimiento mundial a la pediatría de la isla caribeña.
