Miércoles, 11 de Mayo de 2011 
Escrito por Carlos Velázquez Hernández 
El 11 de mayo de 1873 en las llanuras de Camaguey cae en combate uno de los más ilustres patriotas cubanos, Ignacio Agramante y Loynáz, quien había nacido en diciembre de 1841 procedente de una familia adinerada pero con ideas independentistas.
A los 24 años, comienza a trabajar en La Habana como abogado; allí se relaciona con los conspiradores camagueyanos y regresa a la ciudad de origen con el objetivo de participar en el Levantamiento de Camaguey, pues ya existían en él ideas independentistas que lo motivaban a integrarse a la lucha.
Defensor de la abolición de la esclavitud y de la creación de una república democrática, sus ideas quedaron plasmadas en la Constitución de Guáimaro, redactada personalmente en la que gana inmenso prestigio político como representante a la Cámara y Secretario de la misma.
Finalizando el mes de abril de 1869 se le otorga el cargo de Mayor General de la División del Camaguey, por lo que abandona el nombramiento hecho en Guáimaro y se ubica al frente de los insurrectos en esta región del país, donde se destaca por su valor y gran capacidad de mando.
Sus dotes de dirigente político y buen orador, así como hombre de acción lo llevan a desempeñar cargos importantes en la Guerra de Liberación Nacional. La valentía en el campo de batalla, fue alertada por el Mayor General Julio Sanguily cuando en carta enviada le refirió …. : "Tu osadía está fuera de los límites del valor; y no debiera ser así, la Patria necesita que tu vida no peligre para que no peligre tampoco su porvenir."
Con una hermosa página escrita por Agramante en los frentes de combate en los potreros de Jimaguayú a unos 38 kilometros de la Ciudad de Camaguey se libra un combate con tropas españolas cuando una bala de fusil desde una corta distancia le penetra por la sien y cae mortalmente herido el jefe exigente, radical y amante de la disciplina.
Para el movimiento independentista cubano la caída de Agramonte, significaba un golpe demoledor, sus ideas, valentía y accionar en los campos de batalla constituían el mejor ejemplo para los insurrectos cubanos. A 138 años de su muerte el pueblo cubano y en especial el camagueyano le rinde tributo de respeto y admiración.
