Viernes, 05 de Agosto de 2011 08:07 por Raúl Martes González
Las ideas son el más grande reino del poder. Una idea como la de luchar por el cambio de mal a bien, lleva al ser humano de convicciones hasta el límite de inmolar su vida. Hubo en Eduardo Renato Chivás y Rivas mucho de este tipo de persona.
En 1951 había un gobierno de irrisoria monta popular, en Cuba, el de Carlos Prío Socarrás, por su enclave en el pudrimiento; desatención económica y social, marcada por falta de empleo, educación, salud, vivienda, seguridad, que hundían el porvenir.
Aquella era toda una herencia maligna extendida desde 1902, con el establecimiento de una “república” promovida por Estados Unidos, a través de un discurso que escucharon políticos yancófilos en negación de su país.
Chivás creyó en el deber de denunciar, y así hizo. Trató de componer la institucionalidad y el mejoramiento de la nación; pues, hasta ese momento nunca surgió en Cuba un gobierno que interpretara las necesidades del pueblo y trabajara para satisfacerlas.
A los 25 años de edad, su vida era entonces lucha, constancia y peligro. Venía de la dirección del Directorio Estudiantil Universitario y de las filas del Partido del Pueblo Cubano o Partido Ortodoxo, organización que fundó en 1927.
Nadie como él tenía arraigo popular y prestigio para encabezar, en ese momento, la lucha revolucionaria que concibió mediante la denuncia contra los males del país.
En la radio encontró un medio importante para combatir a los gobernantes corruptos, desde las filas del pEduardo Chivás pronuncia su último discurso el 5 de agosto de 1951residente Ramón Grau San Martín. Después su palabra con fila cayó sobre la administración Prío Socarrás.
Al aire estaba su programa el 5 de agosto de 1951, cuando se dio un disparo de muerte. No pudo demostrar al público oyente de una estafa del que era víctima el pueblo cubano. Había acusado al ministro de Educación, Laureliano Sánchez Arango, quien robó grandes sumas de dinero del Presupuesto Nacional.
Después de 11 días de convalecencia, Eduardo Chivás murió en La Habana. Había nacido en agosto de 1907, y perteneció a una de las familias más ricas de Santiago de Cuba.
