El
amanecer de aquel 28 de septiembre de 1960 no fue diferente de todos
los de la época: jornada de estoica lucha por consolidar el poder
revolucionario.
Sin embargo, nadie podía imaginar que esa fecha tallaría una inscripción de coraje en la historia; con trazos de firmeza se escribió en ella la voluntad del pueblo cubano de erigirse escudo protector de sus conquistas.
Sin embargo, nadie podía imaginar que esa fecha tallaría una inscripción de coraje en la historia; con trazos de firmeza se escribió en ella la voluntad del pueblo cubano de erigirse escudo protector de sus conquistas.
Desde la terraza del antiguo Palacio Presidencial Fidel le hablaba al pueblo de su experiencia en la ONU,
donde había denunciado los ataques terroristas perpetuados contra la
Revolución; en ese momento estallaron dos petardos en vano intento por
asustar a la marea popular que allí se concentraba.
Cómo saber que el ruido ensordecedor de las bombas enemigas solo detonaría la fuerza pujante de los cubanos por defender lo alcanzado y le imprimirían su alma a la médula de lo que hoy, es la mayor organización de masas en el mundo.
El pueblo enardecido coreaba: Fidel, dinos lo que tenemos que hacer y poco a poco aquel decidido clamor de Patria o Muerte se elevó hasta el cielo y retumbó en todos los confines de la Cuba Libre para silenciar el abominable eco del terror.
La cualidad innata de nuestro Comandante en Jefe para vaticinar el futuro, le advirtió aquella noche de 1960, que la solución era confiarle a las masas el destino del país.
Surgió así una poderosa arma contra la que se estrelló siempre el enemigo: Los Comités de Defensa de la Revolución, organización que brotó del fuego mismo de la lucha revolucionaria.
En medio de un contexto nacional e internacional diferente y sin perder la esencia que les dio vida, los CDR, orgullo legítimo del pueblo cumplen ya 55 años.
Cómo saber que el ruido ensordecedor de las bombas enemigas solo detonaría la fuerza pujante de los cubanos por defender lo alcanzado y le imprimirían su alma a la médula de lo que hoy, es la mayor organización de masas en el mundo.
El pueblo enardecido coreaba: Fidel, dinos lo que tenemos que hacer y poco a poco aquel decidido clamor de Patria o Muerte se elevó hasta el cielo y retumbó en todos los confines de la Cuba Libre para silenciar el abominable eco del terror.
La cualidad innata de nuestro Comandante en Jefe para vaticinar el futuro, le advirtió aquella noche de 1960, que la solución era confiarle a las masas el destino del país.
Surgió así una poderosa arma contra la que se estrelló siempre el enemigo: Los Comités de Defensa de la Revolución, organización que brotó del fuego mismo de la lucha revolucionaria.
En medio de un contexto nacional e internacional diferente y sin perder la esencia que les dio vida, los CDR, orgullo legítimo del pueblo cumplen ya 55 años.
Y aunque debieron adecuar la misión
encomendada al momento histórico concreto de cada etapa revolucionaria,
mantiene plena vigencia la afirmación de Fidel, cuando dijo: La historia
de la Revolución no se pudiera escribir, sin la de los CDR.
Hoy desde las cuadras, el pueblo es llamado nuevamente al combate, uno diferente, es cierto, pero tan necesario como aquel y otra vez los cederistas, agrupados en una organización que nació para ser eterna, estarán en la primera línea para defender por siempre, la patria y sus conquistas.
Hoy desde las cuadras, el pueblo es llamado nuevamente al combate, uno diferente, es cierto, pero tan necesario como aquel y otra vez los cederistas, agrupados en una organización que nació para ser eterna, estarán en la primera línea para defender por siempre, la patria y sus conquistas.